Donald Trump, el presidente de EE.UU. se reúne hoy con su par chino, Xi Jinping, en Mar-a-Lago, Florida. Es probable que las discusiones sobre la economía se centren en las políticas comerciales y cambiarias de China. Esto sería un error incluso si las opiniones del mandatario norteamericano sobre el comercio no concentraran erróneamente en los desequilibrios bilaterales. Mucho más difícil e importante es integrar a China al sistema financiero. Los políticos estadounidenses deberían preocuparse por la cuenta de capital de China, no por su cuenta corriente. Es ahí donde actualmente está el riesgo.
¿Por qué importa más la cuenta de capital? La respuesta es que aquí es donde dos aspectos interrelacionados de una economía interactúan con la economía mundial: los equilibrios macroeconómicos entre el ahorro y la inversión; y el sistema financiero. En ambos aspectos, la economía china es, para citar las célebres palabras del ex primer ministro Wen Jiabao, "inestable, desequilibrada, descoordinada e insostenible". Eso era cierto en 2007, cuando lo dijo. Actualmente lo es todavía más. La integración del sistema financiero de China en la economía global está llena de peligros, una situación que reconocen las autoridades chinas, a diferencia de sus contrapartes occidentales.
Consideremos algunos hechos.El ahorro bruto anual en la economía china representa el 75% del ahorro de EE.UU. y de la UE juntos, superó los u$s 5 billones el año pasado. La inversión bruta de China, en 43% de PBI en 2015, todavía estaba por encima de su porcentaje de 2008, a pesar de que la tasa de crecimiento de la economía había disminuido por lo menos un tercio. Para mantener una inversión tan alta, la relación entre el crédito y el PBI se elevó de 141% del PBI a fines de 2008 al 260% a fines del año pasado. El "sistema bancario en las sombras", en forma de "productos de gestión de riquezas" y otros instrumentos, ha explotado. Los préstamos interbancarios también se han disparado. Por último, su sistema bancario es actualmente el más grande del mundo.
Desde el punto de vista financiero, China es el "salvaje este". Recordemos lo que hizo el "salvaje oeste" durante el siglo pasado: la Gran Depresión y la Gran Recesión se originaron a raíz de la interacción entre las finanzas lideradas por EE.UU. y la economía global. En vista de sus desequilibrios macroeconómicos y sus excesos financieros, China podría generar, como mínimo, la misma proporción de un caos financiero global.
Ya he dichoque es esencial comprender la interacción entre la macroeconomía y las finanzas. Las cuentas externas de China desempeñaron un papel importante en el período previo a la crisis financiera de 2007-08. En la actualidad los peligros que crea son aún mayores.
Ya he dichoque es esencial comprender la interacción entre la macroeconomía y las finanzas. Las cuentas externas de China desempeñaron un papel importante en el período previo a la crisis financiera de 2007-08. En la actualidad los peligros que crea son aún mayores.
La cuestión macroeconómica es simple: China ahorra más de lo que puede invertir dentro del país. En 2015, el ahorro nacional bruto fue del 48% del PBI. Los datos del Banco Mundial muestran que los hogares contribuyeron sólo la mitad de esto. El resto provino de las utilidades corporativas y del ahorro del gobierno. Las comparaciones internacionales indican que un crecimiento económico de 6% requiere una inversión de poco más de un tercio del PBI. Esto indica que el ahorro superavitario de China puede llegar hasta el 15% del PBI.
¿A dónde podrían ir estos excedentes? La respuesta es: al exterior, en forma de superávits de cuenta corriente. Eso es lo que sucedió antes de la crisis financiera. Es probable que esto fuera también lo que ocurriría actualmente si el gobierno relajara los controles cambiarios y frenara el crecimiento del crédito y de la deuda. El capital fluiría hacia el exterior, el yuan caería y, con el tiempo, surgiría un superávit en cuenta corriente globalmente inmanejable.
El crecimiento del crédito actual y la consiguiente fragilidad financiera son una consecuencia directa del deseo de evitar que esto suceda. Ha sido la manera de mantener la inversión a niveles no económicos. Las autoridades chinas se encuentran en una trampa: o detienen el crecimiento del crédito, dejan que la inversión se contraiga y generan una recesión en el país y/o un enorme superávit comercial; o mantienen el crédito y la inversión en crecimiento, pero endurecen los controles sobre las salidas de capital.
¿Por qué es esencial esto último? Con tan grandes y creciente oferta de activos financieros líquidos, riesgosos o de bajo rendimiento, además de un enorme flujo de ahorros, sin mencionar la ansiedad ocasionada por la campaña anticorrupción, las corporaciones e individuos chinos se desesperan por sacar dinero.
Esto explica por qué, a pesar del persistente superávit comercial, las reservas de divisas del país cayeron de u$s 4 billones en junio de 2014 a u$s 3 billones en enero de 2017. Y pueden caer más. Pero China no desea que caigan indefinidamente. Dado que reconocen los peligros de permitir que el yuan baje demasiado, han endurecido los controles sobre las salidas de capital.
Son enormes los retos que EE.UU. y China (y otros países) deben discutir. Tienen profundas implicancias para el comercio, pero no tienen nada que ver con la política comercial. Estos puntos requieren una consideración conjunta de la política macroeconómica y de la financiera. Xi cuenta con funcionarios que entienden estas cuestiones. Sospecho que en el caso de Trump no es así.
Fuente: http://www.cronista.com/financialtimes/Las-finanzas-chinas-acumulan-problemas-que-repercutiran-en-el-resto-del-mundo-20170406-0015.html
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