La decisión del Banco Central de China (PBOC) de devaluar el yuan ha causado cierta sorpresa en los mercados financieros, moviendo a la inquietud a los Bancos Centrales que esperan que los tipos de interés suban por primera vez en años en Estados Unidos.
Este movimiento, sin duda, es el más importante realizado por el PBOC desde que en 1994 se unificaran los tipos de cambio que existían entonces. Hasta ese momento, había un mercado "oficial" y otro "extraoficial", cambiando en este último el porcentaje de divisa que se retenía en el primero a favor del exportador. En la actualidad existe un mercado de divisas "de puertas para adentro" (onshore) y otro "de puertas para afuera" (offshore) donde no se puede cambiar libremente yuanes.
La devaluación viene en un momento crucial para China en plena transición hacia una economía apoyada en el consumo y la demanda interna frente al paradigma expansivo vigente desde finales de los 70 basado en la industria o exportaciones masivas. Dicho cambio estructural se hace bajo una lógica en la que los "ganadores" (aquellos sectores que se ven más beneficiados con el cambio económico) compensan a los "perdedores" (una buena parte de la industria, por ejemplo) y les hacen partícipes de los beneficios obtenidos. Este modelo "integrador" hace que las tensiones políticas y sociales sean neutralizadas y, con ello, se consigue una transición ordenada.
En este sentido, devaluar la divisa no supone abandonar el plan de reformas. Al contrario, amortigua los costes y fricciones a corto plazo mientras los agentes se ajustan a la nueva situación. Además, en una economía que exporta en yuanes y que compra con dólares procedentes de sus reservas la mayor parte de las importaciones (casi en su totalidad materias primas), la probabilidad de que la devaluación tenga un efecto positivo para China es ciertamente alta.
Con esta decisión, China persigue dos objetivos: por un lado, ajustar el valor de su divisa con arreglo al mercado tras una fuerte apreciación de un 10% contra el dólar, desde finales de 2008. Poco a poco, el mercado será quien determine el tipo de cambio, al mismo tiempo que la demanda de yuanes continúa creciendo al calor del proceso de expansión internacional de las empresas chinas.
Por otro lado, busca cumplir el objetivo de crecimiento del 7% para 2015 a través de un mecanismo rápido y eficaz como es la devaluación, ya que en el resto de agregados macro como el consumo o la inversión ya ha puesto en marcha medidas como el precio del crédito o un plan de 1 billón de yuanes para inversión en infraestructuras.
En suma, esta acción estratégica de China "pone la pelota en el tejado" de Estados Unidos en plena caída de los precios de las commodities, lo cual junto con una posible subida de tipos provocaría serios problemas económicos en países dependientes de las exportaciones de materias primas y que tienen como divisa un dólar anclado al americano (Australia o Canadá).
Javier Santacruz es economista socio de China Capital y profesor del IEB
Fuente: http://www.elmundo.es/economia/2015/08/13/55cb722e22601dda698b4581.html
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