Las grandes compañías chinas pisan el acelerador para hacerse con activos fuera de sus fronteras. En el escaso mes y medio desde que empezó 2016, las empresas del gigante asiático se han gastado unos 61.000 millones de euros en inversiones en el extranjero, en medio de una economía local en desaceleración y la pérdida de valor de su moneda.
La cifra, calculada por la consultora estadounidense Dealogic, es anormalmente alta porque incluye los 32.000 millones de euros que ha ofrecido China National Chemical por el gigante suizo de las semillas Syngenta. De fructificar, se convertiría en la mayor adquisición internacional jamás llevada a cabo por una empresa del gigante asiático.
Aunque atípica por su magnitud, esta oferta confirma el tesón de las grandes empresas chinas en salir fuera y adquirir recursos naturales, tecnología o marcas que permitan expandir su negocio. En 2015, la inversión china en el extranjero -sin contar la del sector financiero, pero sí la que se lleva a cabo entre gobiernos- superó los 105.000 millones de euros, un ascenso meteórico comparado con los 2.400 millones que se gastaron el año 2002. Aún con este crecimiento, las empresas chinas solamente coparon el 3,9% del total de fusiones y adquisiciones en 2014. "Es un porcentaje muy pequeño para una economía tan grande, deberían desempeñar un mayor papel y todo indica que vamos en esa dirección", afirma Michael Buckley, jefe de Fusiones y Adquisiciones Internacionales del banco de inversión chino CITIC.
El goteo de operaciones es constante. Este 2016, la compañía china Zoomlion ha hecho una oferta de unos 3.000 millones para hacerse con el fabricante de maquinaria de construcción estadounidense Terex. Haier ha adquirido la división de electrodomésticos de General Electric por 4.800 millones. El conglomerado Wanda pagó 3.200 millones por la productora de Hollywood Legendary. El grupo HNA desembolsará 5.400 millones por la tecnológica estadounidense Ingram. "Las últimas semanas han sido inusuales en parte por la tradición china de resolver los contratos antes del Año Nuevo Lunar, pero a largo plazo la tendencia es igualmente al alza", afirma Klaus Meyer, profesor de Estrategia y Negocios Internacionales de la escuela de Negocios CEIBS.
Las razones que impulsan esta fiebre compradora son múltiples: el apoyo explícito del Gobierno chino, la desregulación, la entrada a nuevos mercados, asegurar recursos naturales, adquirir nueva tecnología o hacerse con marcas con una reputación ya consolidada. A todas estas se les suma otras más recientes, como la desaceleración de la economía doméstica o la caída del valor de la moneda, que de continuar podría encarecer las compras en el futuro. "A pesar de ciertos reveses macroeconómicos, no veo a los inversores cada vez menos ambiciosos. De hecho, cuanto más lento es el crecimiento en China, mayor es el atractivo de los mercados extranjeros para ellos", explica Meyer. Un yuan a la baja respecto a las divisas de los países de destino también repercute en mayores ganancias una vez se consolidan las cuentas de resultados y se "repatría" el dinero.
Para algunas empresas, invertir fuera se convierte en una válvula de escape en caso de que la desaceleración en casa se acentúe: "en China hay una falta de nuevos motores de crecimiento, por lo que más y más compañías quieren diversificar sus riesgos. Y sus objetivos son cada vez más grandes y más visibles", asegura Li Xiaoyang, profesor de Economía de la Escuela de Negocios Cheung Kong.
El contenido de esta particular cesta de la compra también cambia. Si al principio las grandes operaciones con capital chino eran en ámbitos como la energía o los recursos naturales, actualmente el interés recae en la industria -especialmente de alta tecnología-, y en sectores como la alimentación, el entretenimiento o Internet. Este giro supone también un cambio en el destino de las inversiones: "las tendencias cambian constantemente, pero es cierto que en los últimos años ha habido un bajón en África y Latinoamérica por las menores adquisiciones de recursos naturales y en cambio una subida en los países desarrollados, especialmente en Europa", sostiene Buckley.
No todas las compañías chinas, sin embargo, están en su mejor momento para salir fuera: "Algunas están sufriendo mucho con la desaceleración, otras están siendo investigadas por corrupción y otras no cuentan con el beneplácito del gobierno porque, o bien forman parte de sectores con exceso de capacidad o bien las ganancias de sus inversiones anteriores no compensan lo que pagaron", explica Buckley. El caso más paradigmático es la compra de la petrolera canadiense Nexen por parte de la china CNOOC, que pagó 18.000 millones de dólares. La transacción -la mayor hasta el momento de una empresa china en el extranjero sin contar a Syngenta- se anunció a mediados de 2012. Desde entonces los precios del crudo han caído más de la mitad.
Fuente: http://economia.elpais.com/economia/2016/02/19/actualidad/1455863354_409093.html