"Es un asunto muy grave. Las burbujas creadas por el exceso de deuda están empeorando y si estallan toda la economía se derrumbaría. Con el exceso de capacidad de varias industrias y la desaceleración, el riesgo es cada vez más alto. Nadie quiere hacerse responsable de esto", asegura Yi Xianrong, profesor de Economía de la Universidad de Qingdao.
"Todos los grandes países con un aumento rápido de la deuda han experimentado ya sea una crisis financiera una desaceleración prolongada. La historia sugiere que China va a correr la misma suerte", asegura Goldman Sachs en un informe reciente. El principal problema es la deuda corporativa, que se ha multiplicado casi por cuatro en los últimos siete años, según datos del Banco de Pagos Internacionales.
En la historia reciente, un aumento de este calibre solamente lo supera Irlanda justo antes de la crisis de 2008 y es comparable al que registró Tailandia antes de la crisis financiera asiática o al que experimentó España entre 1996 y 2010, de acuerdo con los análisis de Credit Suisse. Si bien la proporción entre la deuda y el PIB chino es actualmente más o menos similar a la de Estados Unidos o la de la Eurozona, está muy por encima de los niveles de otras potencias emergentes.
¿Cómo han acumulado tanta deuda las empresas chinas? El detonante fue el programa de estímulo masivo valorado en 4 billones de yuanes (entonces unos 464.000 millones de euros) que Pekín aprobó en 2009 para tratar de sortear el envite de la crisis financiera internacional. Las empresas y las administraciones locales son las que respondieron más rápido a la llamada de Pekín a gastar, lo que dio un importante empuje a la economía pero dejó una gran cantidad de deuda -mucha de mala calidad- como herencia. Tanto dinero en tan poco tiempo (se calcula que se inyectó el equivalente del 12,6% del PIB) hizo que el capital se destinara también a proyectos con poca o nula rentabilidad, por lo que los préstamos concedidos entonces tuvieron que pagarse contrayendo nuevas deudas.
Un estudio de la consultora Natixis sostiene que un 16% de las mayores empresas chinas que cotizan en Bolsa ya no son capaces de pagar los intereses generados por la deuda con sus beneficios. La situación es especialmente crítica en el sector inmobiliario. El FMI ha advertido que el nivel de deuda en China es "excesivo" y su aumento "insostenible". Hasta el oficialista Diario del Pueblo ha alertado, en un inusual texto en portada, de un crecimiento sostenido por la deuda y de un riesgo "mortífero" para la economía. Irónicamente, los bancos chinos sitúan su índice de morosidad solamente en el 1,75%.
A pesar de las advertencias, la máquina de prestar dinero sigue en pleno funcionamiento. En medio de la desaceleración económica, China ha fiado al crédito barato la consecución de su meta de crecimiento, del 6,5% anual hasta 2020. El volumen de nuevos préstamos concedidos entre enero y marzo llegó a los 4,61 billones de yuanes (unos 630.000 millones de euros), cifra comparable a lo que se prestó a principios de 2009, en pleno programa de estímulo masivo. La obsesión que están mostrando los líderes chinos de conseguir los objetivos de crecimiento marcados hace difícil entrever un cambio de tendencia a corto plazo. "El Gobierno vacila, no está intentando reducir este riesgo, sino que trata de encubrir estas burbujas porque tiene miedo a las reformas, que son muy dolorosas", subraya Li.
A pesar de que los riesgos se acumulan, los analistas descartan que el país sucumba a una crisis financiera al menos de forma inmediata. "Gran parte de la deuda es doméstica y, por lo tanto, el Gobierno tiene la capacidad de controlar los daños. Muchas empresas con altos niveles de endeudamiento son estatales, por lo que fácilmente pueden refinanciar deuda o incluso forzar su canje por acciones, cosa que por desgracia ya ha sido puesto en práctica en algunos casos", asegura Erica Li, profesora de Finanzas de la escuela de negocios Cheung Kong. En la misma línea, Iris Pang, de Natixis, sostiene que muchas de las empresas afectadas son "demasiado grandes para caer" y no duda de que Pekín intervendrá para evitar "daños masivos" en los mercados de bonos y en el sector bancario: "no creo que China sufra un proceso de desapalancamiento doloroso porque las autoridades no permitirán que esto ocurra".
De hecho, el Gobierno chino tiene algunas herramientas para hacer frente a posibles rescates, entre ellas una ingente reserva de divisas o una deuda pública relativamente baja -del 43,5% del PIB-, además de controlar el sector bancario y las principales empresas del país. Esto no significa que China, según Li, no pueda caer en una "etapa prolongada de bajo crecimiento económico", como sufrió Japón a principios de los 90 del siglo pasado y sigue arrastrando en la actualidad.
"China trata de ganar tiempo para que la economía se recupere y reducir entonces la deuda de forma natural, pero si la economía no crece lo rápido que uno quiere, la deuda aumenta más", apunta Pang. Para el profesor Yi, "si el Gobierno actúa con rapidez y precisión hay margen para el ajuste, si no China sufrirá una crisis peor de la que hemos visto en Japón o en Estados Unidos".
Fuente: http://economia.elpais.com/economia/2016/05/26/actualidad/1464269667_228362.html