martes, 24 de marzo de 2015

China y su sueño de imitar a Singapur.

El gran legado de Lee Kuan Yew, el “padre de la patria” de Singapur fallecido este lunes, es el modelo de nación que deja. Un modelo de liberalización económica y paternalismo de Estado, combinado con un firme control político, que ha convertido lo que hace 60 años era uno de los puntos más atrasados del planeta en un mercado financiero global que ocupa el séptimo lugar en la clasificación de PIB per capita del mundo y donde la corrupción brilla por su ausencia. Una propuesta que ha encandilado a más de un Gobierno en la región.
Uno de los países que más se ha volcado en elogios al “ministro mentor” —el término honorífico que se le concedió tras retirarse en 2011—, ha sido China. Su presidente, Xi Jinping, alabó al hombre que persiguió a los comunistas en los años sesenta como “un viejo amigo del pueblo chino, fundador y pionero de las relaciones entre Singapur y China”. Hong Lei, un portavoz del Ministerio de Exteriores, le calificó de “estadista y estratega asiático con una capacidad de influencia única y que supo aunar los valores orientales con una visión internacional”.
No es de extrañar, y no solo porque Lee fuera un firme defensor ante Occidente de la China posmaoísta. O porque sobre Hong Kong declarase que “nunca” había “creído que la democracia traiga progreso”. El modelo de Singapur coincide exactamente con el futuro que sueña Pekín para sí: un país próspero y estable, regido por un partido único. Deng Xiaoping, en los años noventa, ya elogió la propuesta de la ciudad-Estado. Entonces instó a “aprender de su experiencia y organizar las cosas incluso mejor”.
Fiel a esa máxima, el Gobierno chino ha enviado a muchas de sus jóvenes promesas a formarse en los cursos de la Universidad Nacional de Singapur y la Universidad Tecnológica Nanyang para aprender cómo conjugar el desarrollo económico y la buena gestión con un código moral confuciano, sin caer en veleidades multipartidistas.
Claro que esa percepción del modelo de Lee es una visión incompleta, y la versión íntegra es inaplicable en la China de hoy. Aunque con un importante control de la prensa y el firme control del Partido de Acción Popular (PAP), sí existe un nivel de libertades políticas en Singapur impensable en el gigante asiático. El llamado “Estado niñera” puede existir en un país de 5,4 millones de habitantes —un millón menos que la Comunidad de Madrid—, pero es intransferible a una nación de 1.370 millones de personas. También es intransferible el alto nivel salarial de sus políticos y funcionarios. El Estado de derecho, una de las bases del buen funcionamiento de la otrora colonia británica, se entiende de manera muy diferente en una China donde todo poder está supeditado al Partido.
La atracción de la propuesta singapurense no se ha limitado únicamente a Pekín. Otros líderes han estudiado muy atentamente el modelo de Lee. El jeque Mohamed bin Rashid al Majtum de Dubái —otro centro financiero global— ha declarado abiertamente su admiración. Malasia trata de mantener el liderazgo de la coalición del Frente Nacional, en el poder desde 1959, sin perder de vista su prosperidad económica. Y Myanmar (Birmania) es otro país que envía a sus jóvenes funcionarios a formarse en las universidades singapurenses.
Pero tras la desaparición de Lee, el interrogante es si el propio Singapur podrá, o querrá, mantener el modelo que estableciera su “ministro mentor”. El país que Lee fundó salía de una absoluta pobreza, con una población que comenzaba de cero y dispuesta a trocar libertades por prosperidad. Las nuevas generaciones, que no han vivido aquella época, comienzan a demandar menos paternalismo y más pluralidad.
Este fenómeno había comenzado incluso en vida de Lee. Aunque el PAP sigue sin visos de ceder el poder en las próximas elecciones —previstas en principio para 2017—, ya en 2011 el Partido de los Trabajadores se hizo con 6 de los 87 escaños en el Parlamento, algo que hubiera sido impensable hasta entonces.
Según apunta Ernest Bower, del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) en el blog CogitAsia de esta institución, lo probable es que se abran nuevos espacios para “respirar e innovar”, en un país más “normal” donde los líderes del PAP, incluido el hijo de Lee y actual primer ministro, Lee Hsien Loong, encuentren que “las políticas clave se tienen que basar más en un consenso nacional y menos en la opinión de un genio”.
Fuente: http://internacional.elpais.com/internacional/2015/03/23/actualidad/1427131300_784581.html

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