Latinoamérica recibe más dinero de China que del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo juntos, según la Base de Datos Financieros de China y Latinoamérica. Tan solo en 2014, el país asiático prestó a la región 22.000 millones de dólares —un 71% más que el año anterior—. Esto eleva el total de la deuda desde 2005 a 119.000 millones, de los cuales, los principales prestatarios son Venezuela, Brasil, Argentina y Ecuador.
Los bancos chinos tienen la posibilidad de financiar a empresas o países a los que las entidades occidentales no pueden acceder. Al establecer acuerdos basados en un intercambio de servicios y productos, y no solo de dinero, pueden exigir intereses más bajos y, por tanto, actuar en zonas más pobres o con economías más volubles. En 2010, China prestó 10.000 millones de dólares a Argentina a un interés varios puntos por debajo del que marcaba el mercado, para que el país gaucho construyera una red ferroviaria. Las empresas encargadas del proyecto eran, sin embargo, sociedades del país asiático, por lo que el receptor último del dinero era la propia China. Esta garantía es la que permitió al país oriental fijar unas condiciones tan competitivas.
Según un estudio comparativo de la Universidad Nacional Autónoma de México, el 69% de los préstamos emitidos por el país asiático, se hicieron a cambio de petróleo. En estos casos, la región que recibe el dinero promete enviar, mientras la deuda esté vigente, una cantidad determinada de este combustible a China, quien vende la materia fósil a precio de mercado dentro de sus fronteras. Según el mismo informe, desde 2008, Venezuela ha negociado seis de estos créditos por un total de 44.000 millones de dólares. Ecuador, por su parte, firmó uno en 2009; otro en 2010; y dos más en 2011; entre los cuatro suman 5.000 millones de dólares. Brasil tampoco se queda atrás: Petrobras contrajo en 2009 una deuda de 10.000 millones de dólares con el país asiático.
“Respaldar los préstamos con envíos de petróleo mantiene los riesgos a un nivel mínimo”, afirmó Chen Yuan, quien fundó en 1994 el Banco de Desarrollo Chino, la entidad que más dinero ha cedido a Latinoamérica: 83.000 millones de dólares, más del 60% de la deuda. Para los países latinoamericanos, esta forma de préstamos puede resultar, sin embargo, menos satisfactoria. Al comprometerse a enviar una cantidad fija de combustible durante un periodo de tiempo, están en realidad vendiendo el producto por una cantidad fija al país asiático. Esto les impide beneficiarse de las posibles subidas en el precio de la materia fósil.
Mientras las negociaciones entre China y América Latina avanzan, los bancos occidentales se rigen por unas condiciones de riesgo que les obligan a usar tasas impositivas más altas y, por tanto, a ser menos competitivos.
Otra característica que hace al dinero asiático más atractivo que el occidental es que no impone medidas intervencionistas. Es decir, el Gobierno oriental no pretende controlar la transparencia ni la eficiencia de la inversión; mientras que organismos como el Banco Mundial exigen declaraciones financieras o informes de evaluación a los prestatarios. Esto marca una diferencia entre quien pide dinero a uno u otros. Por lo general, los países con gobiernos de izquierda prefieran recurrir a China y evitar así la imposición de políticas neoliberales.
Además, aunque las políticas chinas de protección del medioambiente han avanzado en los últimos años, no están al nivel de las occidentales, por lo que las exigencias impuestas en sus contratos son más livianas. Un afectado más por este fenómeno financiero: el medioambiente.
Fuente: http://economia.elpais.com/economia/2015/02/27/actualidad/1425072766_388301.html
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