Aunque sigue siendo la fábrica del mundo, China se enfrenta cada vez a mayores dificultades para mantener ese título. Los cimientos del gran milagro económico chino se tambalean: los salarios aumentan, la conciencia medioambiental crece y las políticas demográficas empiezan a hacer mella en la hasta ahora inagotable oferta laboral. Pekín busca nuevas recetas. Una de ellas es el Made in China 2025, un ambicioso plan a 10 años que pasa por la reconversión industrial y el fomento de la innovación. Se trata de cambiar la producción masiva de productos baratos por otros de alto valor añadido.
El Gobierno chino aspira a cambiar el sector manufacturero del país para que la fabricación en masa de productos de baja gama pierda peso en favor de industrias emergentes y de un mayor valor añadido. Las nuevas tecnologías de la información, la biomedicina, el transporte por ferrocarril o la robótica están en las diez industrias que China quiere potenciar en la próxima década.
“En algunas áreas China está avanzando realmente rápido, pero aún hay una brecha sustancial en comparación con la industria europea y norteamericana. Hace falta mucho esfuerzo para que el país se convierta en una base de fabricación de vanguardia”, asegura el profesor de la escuela de negocios CEIBS, Klaus Meyer. De hecho, China no controla tecnologías clave en sus industrias, ya que las importa principalmente de empresas procedentes de Estados Unidos, Alemania y Japón. El gasto en Investigación y Desarrollo (I+D) ha aumentado del 1,5% al 2% del PIB entre 2008 y 2014, pero sigue por detrás del 3% que se registra en la mayoría de economías de referencia.
China pierde fuelle como polo manufacturero a medida que los costes de producción aumentan. Las fábricas luchan contra una demanda interna y externa que escasea y el aumento de la competitividad de otras economías en desarrollo.
Además, la falta de fuerza laboral debido a la política demográfica es cada vez más notoria. “Cada vez hay menos trabajadores jóvenes en los grandes centros urbanos, por lo que los costes aumentan. O desplazas las fábricas hacia el interior del país en busca de oferta laboral más barata u optimizas el modelo industrial”, señala Meyer.
A esto se suma a la falta de productos exportados de alta calidad, la poca presencia de marcas chinas en el mercado internacional y la explotación sin control de los recursos naturales, que han dejado un legado evidente en el medio ambiente.
Parte de la solución está en los emprendedores y el impulso del sector privado, tradicionalmente relegado en China. Una calle relativamente nueva en el distrito tecnológico de Zhongguancun de Pekín agrupa varias incubadoras de empresas que acogen a centenares de start-up, empresas tecnológicas con gran potencial de crecimiento. Mientras algunos emprendedores intercambian ideas en uno de los cafés de la avenida, en otro edificio se desarrolla un taller sobre cómo sacar el máximo provecho a las redes sociales. En el piso superior, tres jóvenes trajeados presentan su idea de negocio con la esperanza de encontrar un ángel inversor que aporte los 500.000 yuanes (unos 73.435 euros) que necesitan.
Nuevos emprendedores
William Wang y sus socios están ultimando la salida al mercado de la aplicación móvil Xingmaomao, que permitirá poner en contacto a individuos y pequeñas empresas con celebridades y personajes influyentes en las redes sociales a través de vídeos de corta duración. “Que tu actor favorito te felicite por tu cumpleaños, que el ídolo de tu hijo pequeño le anime a estudiar o que personajes que se ajustan a su cliente potencial promocionen los artículos de una pyme”, resume. A pocos días del lanzamiento, más de 100 celebridades chinas se han adherido al proyecto.
“Un sector manufacturero potente ayudará a resolver mejor los problemas de empleo y los beneficios de las empresas se quedarán dentro del país en vez de irse al extranjero. Hay que parar definitivamente el dominio del sector público y dejar que las empresas privadas se hagan con la parte dominante del mercado”, afirma Hu Xingdou, economista del Instituto de Tecnología de Pekín.
Made in China 2025 es la primera parte de un plan que finaliza el 2049, año que se cumplirá el centenario de la fundación de la República Popular China.
En Zhongguancun, los emprendedores gozan de un alquiler barato y de servicios gratuitos, como el registro de patentes o la consultoría legal, fiscal y laboral durante un año. Pueden crear una empresa en solamente cuatro días laborables y no tienen que lidiar con la censura en la Red china, ya que el servidor de la incubadora incorpora una Red de Protocolo Virtual (VPN) que permite sortear la gran cibermuralla. Se trata, sin embargo, de un oasis dentro del desierto. “Siempre ha habido el ímpetu de crear empresas, pero falta mucho apoyo. Esto es solamente una calle de Pekín, y en otras ciudades esta ayuda no llega”.
Fuente: http://economia.elpais.com/economia/2015/05/30/actualidad/1433009430_272111.html
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